“El que anda en chismes descubre el secreto; no te entremetas, pues, con
el suelto de lengua” PROVERBIOS 20: 19.
Jamás pensé que fuera a pasar
en mi familia, pero sucedió, tengo un tío, no tan mayor, me lleva algunos años,
y siempre tuvimos afinidad porque era el menor de mis tíos, le tenía mucha
confianza, le veía como mi hermano mayor, un día estando muy deprimida y sin
nadie con quien desahogarme le escribí sobre lo mal que me sentía sobre la
relación con mi madre, drené muchas cosas diciéndole cuán injusta era conmigo y
cuánto dolor me estaba causando, siempre mi tío contestaba mis correos
electrónicos, pero esta vez no lo hizo, cosa que me extrañó, pasado un tiempo
como todo sale a la luz, mi madre estaba mucho más enfurecida conmigo, más de
lo que anteriormente ya estaba, y las cosas empeoraban cada vez más, hasta que
una de mis tías me dijo que mi madre le había enviado un correo a una de mis
otras tías, en el que le mandaba adjunto el correo que yo le había mandado a mi
tío, pues si, mi tío tomó mi correo, y se lo reenvió a mi madre, lo habría
entendido si le hubiese escrito a mi madre que fuera más comprensiva conmigo o
diciéndole “Mira el dolor que le causas a tu hija” pero el correo lo mandó sólo
a manera de chisme, como “Mira lo que tu hija dice de ti”, y eso fue como un
puñal en mi corazón por parte de mi tío, no sólo porque las cosas con mi madre
empeoraron sino porque JAMÁS me imaginé que él pudiera traicionar así mi
confianza, sobre todo cuando yo estaba derramando mi corazón en esas
líneas. Lo llamé de inmediato y le
reclamé en voz normal y le dije “Empeoraste las cosas mandándole el correo que
te mandé a mi madre, jamás volveré a confiar en ti” y colgué.
Ese día murió no sólo la
confianza sino también el gran amor que le tenía, sentía que mi tío favorito se
había convertido en un vil traidor, al que yo tanto consideraba como mi hermano
mayor, al punto que lo detesté y he de confesar que aún lo detesto por andar
como vieja chismosa y de lengua larga. Ya no volveré a tenerle el mismo cariño,
de hecho no he vuelto a pisar la casa de mi abuela porque no me lo quiero
encontrar, y le ruego a Dios que me ayude a perdonarle, así como Dios me
perdona a mí, pues cuando recuerdo esta puñalada no pienso en ningún mal para
él pero dejé de verle como mi familiar. No lo quiero, ni quiero verle, así como
él tampoco me pidió disculpas cuando lo llamé, en vez de decirme algo creo que
estaba sorprendido que yo me hubiese enterado que él le había enviado ese
correo a mi madre, mi tía afortunadamente me hizo ver qué clase de persona era
él.
Azucena.
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